16 marzo, 2013

Departamento tomado


Los insectos se instalaron en la terraza de su departamento sin tener en cuenta la voluntad de su dueño. Eran feos, alados, armados con aguijones ponzoñosos y mandíbulas vigorosas. Su presencia lo horrorizó y debió armarse de valor para enfrentarlos. Antes debía elaborar un plan: procedió en consecuencia. Construyó un arma para atraparlos y electrocutarlos uno por uno, o por grupos pequeños; una especie de raqueta energizada. Resultó un método eficaz, muy satisfactorio para sus inclinaciones sádicas. Los fue exterminando en rápidas incursiones, ataques inesperados propios de la guerrilla, y así erosionó sus fuerzas. Igual los insectos se defendían con ardor y trataban de atacarlo, sin éxito, para fortuna de él. Los enemigos fueron menguando, aunque igual en ocasiones  lograban traer refuerzos, Por fin desaparecieron. Entonces el habitante del departamento comenzó a extrañarlos. Su vida regresó al tedio cotidiano. Cada día vigila la terraza, esperanzado en su retorno.

1 comentario:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Muy bueno, Diego.

Destaco esa torsión final en el fondo de la historia, que nos deja con los verdaderos sentimientos del personaje y logra detallarlo.

Un saludo,

 
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