Del huevo salió un cangrejo pequeño
que corrió hacia el mar como si siempre hubiera sabido que estaba allí. Se
sumergió y devoró una gran cantidad de plancton que lo hizo crecer tan
desmesuradamente que estalló. De su
vientre emergió un roedor que moviendo a todo dar sus patas logró llegar a la
orilla e internarse en la espesura. Lo atrapó un mago de feria y lo entrenó
para su espectáculo. Con el tiempo, el roedor no solo engordó, sino que
aprendió a hablar. Nadie creyó esto y se suponía que el mago era, además, ventrílocuo. De todas maneras, el mago enriqueció. El roedor
recibía un salario de alimento y nada más. Una noche, se introdujo por la boca
del mago y devoró su cerebro. Así tomó el control de su cuerpo, viviendo en su
interior y utilizándolo como marioneta. En un viaje al África, un cocodrilo devoró
al mago. Unos días después, puso un huevo, ahí termina esta historia. O comienza.
Qué sé yo. Usted está leyendo.
21 julio, 2013
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