Como era Hora de Recogimiento nadie
caminaba por la enorme avenida. Era,
quizás, hora de almuerzo y el sol hacía hervir los tejidos y el renegrido pavimento. Muy de
tarde en tarde una mirada atravesaba los
vidrios y caía indiferente sobre la
desolación exterior.
Y a lo lejos, una minúscula
partícula que se va transformando en un
hombre, un hombre que camina por las calles, que se acerca... El sol lo hace transpirar en abundancia, casi
derrite su cuerpo, es vapor lo que se
fuga por sus poros. Posiblemente la Hora no
tenga más sentido que evitar este calor terrible, Pero sólo tal vez.
Llegaré a la avenida y después daré
la vuelta ‑ murmuró el hombre para su
propio oído, medio trastornado por la torridez. Todo es más infierno, más brillante, punzante en los
ojos. En el confín de la visión la
avenida se vuelve atractiva e inalcanzable.
Imposible apresurarse. El calor ataca en raudales para quemar el aire. La Hora está en su apogeo.
El hombre llega a la avenida, se
dispone a atravesarla. Pisa el asfalto.
Con lentitud empieza a cruzar, con la mirada fulgente, lleno de expectación. Una extraña música
invade la atmósfera en el preciso
momento en que se siente aprisionado. Kiss, Bee‑Gees, Frampton, Clapton, northamerican music, it's
all the same. Un
pie se hunde en el alquitrán. Nights of
Broadway. El otro también. No puede
salir. Grita, grita, grita, maldice, tironea. Nada; está atrapado. La música ensordece para que no se
escuche la voz, el sol adormece y destruye.
Alguien grita, alguien hace esfuerzos
para liberarse.
El sol ha caído para convertirse en
crepúsculo y el hombre de alquitrán
espera algo, de rodillas. La Hora ha terminado.
Acude el camión municipal; de él
saltan algunas siluetas que cortan el
asfalto endurecido alrededor de los pies del hombre y acaban por extirparlo del pavimento; después
lo llevan a la parte trasera del
vehículo. Lo dejan solo. Cierran la puerta y luego, por una rendija, dejan caer una radio hacia
el interior. El hombre abre la boca,
pero unas palabras en inglés le aprisionan
la garganta. Abre los ojos, pero una fiesta de colores y movimientos ataca su cerebro.
Quiere
morir, quiere estar muerto, pero oye, aún escucha, the music, the succesful, the extraordinary music
proceeding from the great country of
North.
El camión se pone en marcha y
acelera por la avenida.
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