Desde la barricada, los rebeldes
lanzan coloridos ramos de flores hacia la multitud que se los pelea,
desquiciada. Dos gánsteres apuntan con sendas bananas a la Monalisa, que a
cambio les dirige un lanzallamas amenazando que prenderá sus cigarrillos. Dos
soldados se besan apasionadamente en una esquina mientras Caperucita pasea al
Lobo firmemente sujeto de una espinosa cadena. Los policías mean en las esquinas
y Cristo sigue crucificado en el frontis de la catedral, con grandes bolsas de
regalos colgando de las manos exánimes.
05 diciembre, 2015
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