De pronto el celular de Moisés se
largó con una pieza de rock sinfónico. El viejo contestó rabioso, en esencia
porque siempre estaba de mal humor. Una voz grave lo conminó a subir al monte
más cercano. Moisés estaba perezoso y quiso negarse, pero la voz se alzó con
furia y tuvo que rendirse. Subió a duras penas, blasfemando. Llegó hasta una
zarza cerca de la cima, y de nuevo sonó el teléfono. “arrójalo dentro de la
zarza”, ordenó la voz y Moisés acató. La zarza se incendió sin arder, algo raro.
El anciano entró en trance neurolingüístico y recibió una serie de
instrucciones. Descendió reconvertido en líder. El teléfono quedó dentro de la
zarza; al poco rato se auto desintegró, tal
como estaba previsto
06 febrero, 2016
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