06 febrero, 2016

La tierra prometida

De pronto el celular de Moisés se largó con una pieza de rock sinfónico. El viejo contestó rabioso, en esencia porque siempre estaba de mal humor. Una voz grave lo conminó a subir al monte más cercano. Moisés estaba perezoso y quiso negarse, pero la voz se alzó con furia y tuvo que rendirse. Subió a duras penas, blasfemando. Llegó hasta una zarza cerca de la cima, y de nuevo sonó el teléfono. “arrójalo dentro de la zarza”, ordenó la voz y Moisés acató. La zarza se incendió sin arder, algo raro. El anciano entró en trance neurolingüístico y recibió una serie de instrucciones. Descendió reconvertido en líder. El teléfono quedó dentro de la zarza; al poco rato se auto desintegró,  tal como estaba previsto

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