Todo es perfecto, menos la
exactitud de los ojos azules y la nítida lágrima recorriendo el rostro como si
fuera silicona. Todo es natural, salvo las negras hormigas que deambulan por
las facciones albas y suaves. Todo es normal si olvidamos la mordaza de acero
que sella sus labios con eficacia infalible. Todo es tranquilizador excepto por
esa mirada alocada que se fija en ti y por los dientes que se asoman por entre
los pálidos labios. Todo me gusta excluyendo las negrísimas pupilas que semejan
una ventana a los infiernos. Todo plausible, aceptable, comprensible. Todo
menos esa mejilla rasgada y arrancada como si fuera un papel donde estuviera
escrita la palabra MIEDO.
31 marzo, 2016
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