Semidesnuda, frenética, ella
baila con dos esqueletos rojos con cabezas de diablo que debe mover como
marionetas, aunque no vea los hilos. Pero es carnaval, hay euforia y el alcohol
nos baila en la sangre, si es que no marihuana, haschich o heroína, qué sé yo.
Por todas partes hay música y cantos, mariachis de gala, tequilas y tortillas.
Pero sólo ella me interesa, sus enormes ojos extraviados, su mueca
indescifrable, los gruesos labios húmedos de mezcal, los senos a medios
descubrir, las blancas piernas entreabiertas.
Bailo con los alegres demonios escarlatas que ella ha de mover, aunque
no sepa cómo, y se ríe de mí y me enseña la lengua entre sus dientes largos y filosos.
Así voy perdiendo las ganas de escapar de ésta y los demonios me envuelven, me
besan y me hunden en la niebla del carnaval.
28 mayo, 2016
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