El esqueleto que se aproxima es obeso,
aunque parezca extraño. Sus osamentas son muy gruesas y apenas dejan espacios
vacíos entre ellas. Por otra parte, la estructura es anchísima y genera la
sensación de robustez extrema. Fémures y tibias firmes cual columnas, tórax de
oso, húmeros imponentes, cráneo como de mamut. No quiero estrellar mi frágil estructura
contra este Goliat y cruzo la calle a la carrera, mientras oigo la feroz crujidera
de mis huesos. Esqueleto, pero no tonto.
10 agosto, 2012
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1 comentario:
eso cualquier cosa menos tonto, buen relato.
Abrazos
Pilar
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