El muy miserable de mi cuñado me
regaló un Demonio de Tasmania haciéndolo pasar por un amistoso zorrito de las
Guaitecas. A la primera de cambio le arrancó el dedo anular a mi suegra, es
decir su madre, argolla matrimonial incluida. La bruja logró vencer el dolor y
lo persiguió con un cuchillo carnicero; logró atraparlo en la cocina. Cuando
estaba a punto de cortarlo como salame, el feroz animalillo le saltó al cuello
y le cercenó la yugular. Llegó muerta a la clínica. Un auténtico drama. Oculté
al Demonio en el ático; no pudieron encontrarlo. Allí le llevo comida y bebida
muy temprano cada mañana. Te lo presto cuando quieras. En cuanto a mi cuñado,
ha tenido que darle miles de explicaciones a su familia. He sido discreto, no
he hablado en su contra.
13 febrero, 2015
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