El elefante acróbata es un portento. Trota
sobre la cuerda que por su peso se dobla como si estuviera floja. Ni el más
hábil de los macacos podría emularlo.
“Claro”, comenta un envidioso criticón de los que nunca faltan, “el
proboscídeo se ayuda con una pértiga. Así, cualquiera”, agrega. Cuando llega al
mástil, salta al trapecio y comienza a ejecutar saltos mortales; termina con
uno triple y se lanza a la red, donde rebota muchas veces. El criticón vomita su ácido: “la gracia seria
que no usara red”. EL paquidermo salta de la red y se encarama a unos zancos
gigantes con los que corre por la arena, enardecido, mientras recibe una
ovación cerrada. Como cierre salta como un pescado y aterriza sobre el
criticón, que apenas alcanza a vomitar sus propias tripas. El público se pone
de pie. Gran final.
10 junio, 2015
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