Salieron de nuevo con la idiotez
del Día del Zombie. Me tenían hasta la tusa. Los ametrallé sin piedad con mi
AK-30. Cayeron, pero volvieron a levantarse caminando grotescamente. Volví a
disparar, pero cada vez llegaban más de ellos. Caían muchos, pero llegaban más.
Me atrincheré en esta armería, totalmente solo. Estoy rodeado por millones de
esperpentos. Les vuelo la cabeza a cien y aparecen mil más. Estoy perdido. En
algún momento se acabará la munición o me quedaré dormido. Dejo esta historia
como testimonio, ojalá alguien que no sea un zombie pueda leerla.
29 julio, 2012
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2 comentarios:
He estado leiendo tus microrelatos y reconozco en ellos un gran ejercicio de síntesis. Celebro tu creación.
Esta genial, me gusta mucho este formato de cuento.
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