Fue un maldito nazi, con uniforme gris y
máscara antigases. Apareció entre el humo y las llamas, como si surgiera del
mismo infierno. Portaba una ametralladora en la diestra y una granada en la
otra mano. “Pareces una puta mosca con esa trompa”, le dije. Imprecado en su
duro idioma me miró desde las oscuras ventanas imposibles de atravesar y
percibí su odio y su desprecio. Envidié su uniforme tan abrigado y apto para el
invierno. Dejé que me matara; quería poner fin a mi sufrimiento. Pero no fue
así, las cosas empeoraron. Lo veo desde aquí, a pesar de mis pesares. ¿Tú no?
31 mayo, 2015
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