Se me apareció de improviso,
quizás con el ánimo de sorprenderme. Cabeza de pescado, cuerpo de mosca, voz
atiplada, alas doradas. Un engendro. “Tú no puedes ser dios”, le espeté con
furia. Después lo acribillé. Dios no existe.
13 septiembre, 2015
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