El gato
genéticamente mejorado se sienta a conversar con su equivalente hamster. Es una
de aquellas conversaciones respetuosas y reflexivas que me agrada auscultar.
Nada de agresiones, ni siquiera un asomo de desconfianza. Muy lejos de la
fantasía escabrosa que impera en la isla del doctor Moreau. El modelo original del felino ya estaría
saboreando –si es que no torturando- al infeliz roedor.
-Me habría
gustado ser un cocodrilo –comenta el hamster- para pasarme en el agua con ese
traje costoso.
-Pero esos
saurios son carniceros, solo piensan en devorar cebras y ñus que tratan de
cruzar su río -acota el felino-; tú en cambio eres un pacifista vegetariano.
-Ah, eso…
-responde con tristeza el pequeño mamífero- me gustaría saber qué siente un predador
cuando caza. Es morboso, pero así son las cosas.
-Tal vez de ese
modo empezó Hitler, con un sueño como el tuyo. Mira cómo terminó.
El gato se
incorporó y subió ágilmente por el árbol hasta el tejado. Allí se quedó solo,
tomando sol. Reflexionando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario